La bandera mexicana ondea en el Campeonato Mundial de Deportes Acuáticos en Singapur gracias a tres valientes exponentes de los clavados de altura, se trata de Alejandra Aguilar en la rama femenil de 20 metros, y Antonio Corzo junto al medallista mundial Jonathan Paredes en la vertiginosa prueba de los 27 metros.
Su sola presencia en esta competencia no solo es digna de reconocimiento, sino que representa un acto de resistencia ante un sistema que históricamente los ha ignorado. México compite al más alto nivel internacional sin contar con una sola instalación en todo el país que permita practicar este deporte en condiciones adecuadas y seguras.
La preparación de estos atletas raya en lo absurdo y lo heroico. Sin plataformas certificadas ni torres con altura reglamentaria, los clavadistas mexicanos deben improvisar: suben a la techumbre de la alberca del Comité Olímpico Mexicano, como en su momento lo hizo Adriana Jiménez hoy en el retiro.
“A pesar de toda la falta de infraestructura siempre hemos estado en el mapa, y que el objetivo que se tiene es crecer el número de atletas desde edades tempranas”, escribió Adriana Jiménez para todomenosfutbol.com
Nuestros clavadistas buscan estructuras elevadas que simulen de forma precaria, las condiciones de competencia. Todo ello, sin garantizar su seguridad ni replicar con fidelidad los escenarios reales del circuito internacional.
A diferencia de países como Australia, Estados Unidos, Francia o China en México este deporte es relegado, a pesar de haberle dado al país medallas y presencia internacional.
Jonathan Paredes, por ejemplo, fue medallista de bronce en el Campeonato Mundial de Budapest 2017 y ha sido constante animador del serial Red Bull Cliff Diving, donde el país ha figurado gracias exclusivamente al talento individual y no al respaldo del sistema.
En este contexto, que México esté presente en Singapur 2025 no es una historia de éxito institucional, sino un testimonio del abandono deportivo, cubierto por la pasión y el sacrificio de sus protagonistas.
El talento sigue saltando, incluso sin tener desde dónde.
Héroes sin altura: clavadistas desafían al mundo desde el olvido
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